Estas perdida en un laberinto, uno de los mas difíciles por los que jamás habías pasado. Nunca te han gustado ya que no te gusta tomar decisiones y no sabrías escoger el camino correcto. Eso me da ventaja. Te observo desde arriba veo como poco a poco crees alcanzar la salida. Pero tampoco quieres eso. Llevabas tanto tiempo perdida ahí que te habías acostumbrado al esperanzador azul del cielo que cubre el terreno, al verde de los elevados muros e incluso hasta a su áspero, pero a veces agradable tacto de las hojas que percibías al deslizar tus manos sobre éste. Tu locura aumentaba proporcionalmente a la mía a medida que te perdías y trataba de complicarte mas y mas el camino. Te miraba, y lo que parecía ser un juego se convirtió en nuestro delirio. Cuando me di cuenta estabas suscitando en mi el más ardiente deseo y decidí bajar. Te cogí de la mano y nos perdimos juntos. Chiflados perdidos, desaparecimos entre el frondoso camino.
Quiero que te pierdas, para no perderte.
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