Ciego. Ciego como para quererte, ciego como para no ver más allá, ciego como en las largas noches de verano que ofrece la botella.
"Otro día más", ese es el lema de otros días idénticos al de hoy, en los que mi sudor no es más que la locura que llamo a mi puerta anoche en forma de botella de 1 litro. Pero lo peor de esto no es la carente resaca de la cuál padezco sino que mi mas sincero preocupar recae sobre los remordimientos y las imágenes recordadas. Por alguna razón mi mente las almacena como si hubiesen sidos momentos importantes. Reencuentros con personas, rostros desconocidos, cigarros encendidos, gente delirando o en transición de ello. Otros sin embargo realizan su primer rezo al ver como uno de sus amigos entra poco a poco en estado de coma. Policías deteniendo carteristas, parejas de ancianos bailando canciones de pueblo y a la par hay quienes no están tan arrugados y bailan sus lenguas en bocas ajenas. Puestos humildes de consumo con excesivos precios y un gran océano de personas revueltas. A veces era agradable que se colase entre todo ese olor a decaer el aroma de la chistorra. Pero es verdad, nos unen mas cosas que las que nos separan y esta vez, todos que tan desconocidos parecíamos, estábamos sometidos a un único elemento.
Yo también miembro de toda esa multitud compartía risas con amigos, momentos que me alegraron y que dieron un poco de sentimiento a la situación. Pero de forma paralela era frecuente que acudiese a mi cabeza tu recuerdo y la impotencia que me daba no poder enviarte un mensaje para recordarte que te quiero a pesar de mi estado. Me separo del grupo. Cierro los ojos poco tiempo, te imagino en mi cabeza y recuerdo cada parte de tu atractivo cuerpo. Mi mano se desliza hacia delante como si pudiese alcanzar ese pensamiento. Abro los ojos despacio y veo como el campo en el que estaba tumbado me miraba extrañado, como si me hubiese vuelto loco por un instante. Me levanto y vuelvo a la realidad, pero mas feliz que antes. La noche ahora si puede continuar.
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