Él cuyos intentos fallidos de dormir le habían llevado a comenzar un escrito no paraba de pensar en ella. Sabia que si dormía pasaría otro día al que se enfrentaría, produciendole el temor que originó su insomnio. Sufría alucinaciones y las propias imágenes oníricas que no podía crear comenzaron a hacerse realidad entre las cuatro paredes de su cuarto. Estaba al borde de la locura, miraba hacia abajo y podía escuchar los labios del mismísimo diablo susurrándole que cayera. No tenia los ojos abiertos pero podía ver, no podía dormir pero sus sueños le atacaban. Se dio la vuelta y el escenario cambio a un tono más pálido, observo como se discernía entre transparentes velos el desnudo cuerpo de su musa. Como cada fino tramo de tela rozaba su tersa y firme piel. Ella estiró uno de sus dedos invitándole a acercarse a su lado mientras su otra mano iba deslizándose por su cadera. Se aproximo tímidamente, invadiendo su elegante espacio con olor a sexo. Acarició su rostro y desplazó sus yemas por la piel de su espalda, mientras iban cayendo al rojo edredón. Ella sabia que lo había seducido y pudo deducirlo cuando metió la mano en su pantalón, el cuál no tardo en hacerlo desaparecer. No pasaron mas de 10 segundos cuando ya se encontraban desnudos rozando sus sexos. Ambos gritaban de excitación.
Se quedó allí con ella, abrazado a lo que siempre amo, y él desapareció para siempre. No sabia que estaba predestinado a desvanecerse en su insana locura y que escogiera un camino u otro acabaría con su fin. Ese insomnio y esa noche ya estaban escritas como el capitulo final de un libro perdido.
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